El jueves 16 de mayo, los mapas meteorológicos indicaban riesgo de tornados vespertinos en Kansas. Hacia las cinco de la tarde había estallado una amenazadora tormenta, alimentada por vientos cálidos y húmedos del sur que se elevaban y entraban en rotación al formar una corriente ascendente. La tormenta era una "supercélula" muy organizada, condición ideal para el nacimiento de los tornados. Cuando William Gagan, doctorando de la Universidad de Oklahoma, y el autor se acercaron desde el sureste con un vehículo pertrechado con el equipo instrumental adecuado, el "Probe 1". vislumbraron la cima de una tormenta monstruosa, a 16 kilómetros de altura y 95 de distancia. La tormenta avanzaba en dirección este-nordeste a casi 50 kilómetros por hora, movimiento típico en las Grandes Llanuras.Tomamos la autopista federal. Al aproximarnos hasta 15 kilómetros, vimos por primera vez la base, larga y oscura, de la nube. Unos kilómetros más allá, observamos la manga de un tornado, en forma de trompa de elefante, que pendía de la parte posterior de la torre nubosa principal, cerca de Garden City. En nuestro afán por acercarnos más, maniobramos por carreteras secundarias.Lo perdimos de vista. Pero volvimos a localizarlo a unos cinco kilómetros al noroeste de nuestra posición. Era delgado y colgaba horizontalmente detrás de la nube madre, hasta que de repente se dobló para formar un ángulo recto con el suelo. Sin la menor duda, lo estaba separando de la nube el aire frío que descendía del interior de la tormenta y se acercaba al final de su vida. Anatomía de una tormenta tornádica Una tormenta supercelular estalla cuando una masa de aire cálido y húmedo penetra a través de una Capa estable situada encima y el interior de aire fresco y hemisferio norte, la corriente ascendiente se inclina hacia el nordeste y gira en sentido antihorario cuando se mira en planta. La partículas de aire cálido, frenadas por la estrastosfera, descienden y se extienden lateralmente en el "yunque". En la porción nordeste de la tormenta, la lluvia cae desde la corriente ascendente inclinada sobre el aire seco a nivel intermedio, enfriándolo y provocando su precipitación en bloque. La rotación de la supercélula atrae parte de la lluvia y el aire fresco y los conduce al lado suroeste de la tormenta. Cerca del suelo, el aire cálido y el aire enfriado por la lluvia chocan a lo largo del frente de rachas, una frontera turbulenta. Las nubes forro, muy bajas y los tornados tienden a formarse a lo largo de este frente, en la vecindad de un punto cuspidal que indica el centro de rotación de la tormenta.Supercélulas La mayoría de los tornados dejan rastros de unos 50 metros de ancho de su poder devastador, avanzan a unos 50 kilómetros por hora y duran sólo unos minutos. Los extremadamente destructores pueden tener kilómetro y medio de ancho, alcanzar velocidades entre 90 y 100 kilómetros por hora y estar en contacto con el suelo durante más de una hora. Los tornados del hemisferio norte, los mismos que arrasan zonas de Estados Unidos, nordeste de la India y Bangladesh, casi siempre giran en sentido antihorario vistos desde arriba. Los tornados del hemisferio sur, así los australianos, tienden a girar en sentido horario. Tales sentidos de giro se llaman ciclónicos.En 1949, Edward M. Brooks, de la Universidad de San Luis, descubrió, examinando las variaciones de la presión atmosférica en las estaciones meteorológicas próximas a los tornados, que estos vórtices suelen formarse en el seno de los mesociclones. masas mayores de aire en rotación. En 1953 apareció un mesociclón en una pantalla de radar en Urbana. Illinois, que dibujaba un apéndice ganchudo en la parte suroeste del eco que la tormenta producía en el radar. Como la lluvia refleja las microondas emitidas por el radar, la forma de gancho indicaba que la lluvia era arrastrada, en cortina, en giro ciclónico. Y en 1957, T. Theodore Fujita, de la Universidad de Chicago, examinó fotografías y películas de cine tomadas por residentes en la zona de la base y bordes de una tormenta tornádica en Dakota del Norte, y halló que la totalidad de la torre nubosa giraba ciclónicamente.Ya en los años sesenta, Keith A. Browning, meteorólogo británico de visita en el Proyecto Nacional de Tormentas Violentas, ente precursor del Nssl, reconstruyó con datos de radar un cuadro bastante exacto de las tormentas tornádicas. Advirtió así que la mayoría de los tornados se originaban en el interior de tormentas de particular magnitud y violencia, a las que llamó supercélulas. Estos potentes sistemas se desarrollan en entornos hidrostáticamente muy inestables; en ellos, los vientos varían claramente con la altura y hay aire frío y seco encima del aire cálido y húmedo, de 1,5 kilómetros de espesor, que descansa sobre la superficie de la Tierra. Una delgada capa estable separa las dos masas de aire e impide que se desencadene la inestabilidad hidrostática.Esta tapadera se puede abrir si el aire a bajo nivel se calienta por la acción solar o si se produce la invasión por parte de un sistema generador de mal tiempo. Los frentes. las corrientes en chorro y las perturbaciones a alto nivel, visitantes habituales de las Grandes Llanuras durante la estación de tornados, pueden forzar hacia arriba el aire a bajo nivel. Como la presión atmosférica disminuye con la altura, las partículas de aire en ascenso se expanden y enfrían. A suficiente altura se enfrían lo bastante para que su vapor de agua comience a condensarse en gotículas neblinosas, formando la base plana de una nube.Al condensarse, el vapor libera calor latente, calentando las partículas de aire. Estas alcanzan un punto en que están más calientes que el aire circundante y ascienden libremente hasta grandes alturas a velocidades de hasta 250 kilómetros por hora' formando la torre de una nube tormentosa. La cizalladura, o variación de la dirección del viento con la altura, inclina la corriente ascendente hacia el nordeste.A medida que ascienden, las gotículas se sueldan y crean gotas de lluvia. La fuerza ascensional de las partículas de aire queda parcialmente compensada por el peso del agua y hielo propios. Las partículas pierden impulso en la estratosfera, descienden hasta unos 13 kilómetros y se mueven horizontalmente hacia fuera, formando el "yunque" de la tormenta. La lluvia que cae de la corriente ascendente inclinada se evapora en el seno del aire seco a nivel intermedio, en el borde nordeste de la supercélula; provocan así que este aire se enfríe y descienda hacia el suelo. Con el tiempo, la rotación de la tormenta va empujando, alrededor de la corriente ascendente, la lluvia y la corriente descendente. El aire fresco tiene una humedad relativa más alta que el aire cálido; si se le obliga a ascender, crea nubes a menor altura. Así, cuando la corriente ascensional aspira parte de este aire, se origina una base nubosa más baja y oscura, el llamado forro de la base.En contraste con la mayoría de las tormentas, que contienen varias corrientes ascendentes y descendentes que se interfieren entre si, las supercélulas constan de una o dos células, cada una con su corriente descendente que coexiste con la amplia corriente ascendente giratoria. El alto nivel de organización permite que una supercélula viva durante largo tiempo en un régimen intenso y casi estacionario que conduce a la formación de tornados. Una región de ascendencia de 1,5 a 5 kilómetros de radio puede comenzar a girar con vientos de 65 kilómetros por hora o más, creando un mesociclón. La tormenta puede entonces desarrollar rotación a bajo nivel e incluso un tornado, generalmente en el borde suroeste de la corriente ascendente y cerca de la descendente adyacente, mientras el mesociclón está en su fase madura o comienza a debilitarse.Por último, el mesociclón muere envuelto en una cortina de lluvia cuando, cerca de la superficie terrestre, su corriente ascendente es interceptada por el aire muy frío que sale de la parte central de la corriente descendente. En las supercélulas persistentes, se puede haber formado ya un nuevo mesociclón a algunos kilómetros al suroeste del que está muriendo, a lo largo del frente de rachas o frontera entre el aire cálido y el fresco. Puede desarrollarse rápidamente un nuevo tornado. Persecución de un tornado Para localizar dónde y cuándo es más probable la aparición de un tornado, el Nssl llevó a cabo un Proyecto de Intercepción de Tornados desde 1972 hasta 1986. Los grupos interceptadores empezaron por obtener metrajes de películas para medir las velocidades extremas del viento, que aportaron el "contraste en tierra" de las observaciones de radar. Se cosecharon otros beneficios adicionales. Los "cazadores" observaron que, con frecuencia, los tornados se desarrollaban en partes de una tormenta libres de lluvia y relámpagos; se desecharon así las hipótesis que apelaban a esos estímulos para desencadenar los tornados. Y en 1975 se registró un episodio rarísimo: un tornado anticiclónico. Su rotación, opuesta a la de la Tierra, no se limitaba a intensificar la del giro del planeta.Durante las dos últimas primaveras, el Nssl ha patrocinado otro proyecto, el de comprobación de los orígenes de la rotación en el experimento de tornados (Vortex, del título inglés Verification of the Origins of Rotation in Tornadoes Experiment). Una flotilla entera de vehículos está preparada para realizar mediciones del interior y de la vecindad de las supercélulas. Una de las furgonetas va pilotada por el coordinador de campo, Erik N. Rassmussen, del Nssl, que trabaja con los meteorólogos de la oficina central en Norman para elegir la tormenta blanco y poner orden en la recogida de datos. Hay cinco furgonetas equipadas para obtener radiosondeos en el interior y en las cercanías de las tormentas; otras 12 portan estaciones meteorológicas montadas en el techo, aparatos que se elevan 10 metros por encima del suelo. Los datos se almacenan y procesan en ordenadores portátiles de la cabina.De la última docena, una se encarga de obtener metraje de película para el análisis de los tornados; otras dos despliegan nueve "tortugas". Llamadas así por su semejanza con los quelonios marinos, las "tortugas" son paquetes de instrumentos, de unos 18 kilogramos de peso, construidos para resistir los embates de un tornado. Tienen sensores bien protegidos para medir la temperatura y la presión. Se colocan en el suelo, delante de los tornados, a intervalos de 90 metros.Las nueve furgonetas restantes son las "sondas" (probes, en inglés), cuya misión estriba en acopiar datos meteorológicos en regiones predeterminadas de la tormenta. Probe 1 se encarga de medir gradientes de temperatura en la proximidad y al norte del tornado o mesociclón, región de fuertes y frecuentes granizadas. Por dos veces en la primavera de este año, granizo del tamaño de una pelota de tenis ha hecho añicos el parabrisas de Probe 1.Aquel jueves en Kansas, mientras el tornado se disipaba, corríamos hacia el este para presentamos delante de la tormenta, a la caza de un nuevo mesociclón. Mientras esquivábamos los baches encharcados en aquellos caminos de carro, pudimos ver dos filas de hasta ocho postes de alta tensión tumbados en el campo y segados a medio metro del suelo. Debió haber pasado un fuerte tornado oculto en la lluvia al nordeste de nuestra posición. (Al día siguiente, leí en los periódicos que se habían derribado 150 postes.)Unos 50 kilómetros más al este, divisamos el forro, una nube baja y oscura, en rotación; era un a modo de pedestal que descendía de la base principal de la nube. Apareció un tornado muy fino; no emergía de la base oscura, lo habitual, sino de una base nubosa adyacente más alta. Este vórtice, tras besar el suelo, levantó restos de objetos, pero vivió los breves minutos de su existencia siendo un embudo nuboso en altura, sin señales visibles de contacto con el suelo.Al nordeste se desarrolló otro nuevo forro, que se hizo ominosamente grande y bajo. Sin embargo, no llegó a producir tornado alguno. Cerca de Jetmore se desarrolló una nueva tormenta al sur de la que estábamos siguiendo. Nos dirigimos hacia el norte para corroborar que esta tormenta, más vieja, estaba perdiendo su capacidad generatriz de tornados. Volvimos después sobre nuestros pasos, para caer al sur de otra nueva tormenta.El sello de un vórtice Además de la flotilla mencionada, Vortex cuenta también con dos aviones que vuelan en torno a la tormenta y tres vehículos más. Todos ellos están equipados con radar Doppler, instrumentos que proporcionan información vital sobre las corrientes de aire en las tormentas tornádicas. El más moderno y portátil radar Doppler, construido este año por Joshua Wurman y Jerry M. Straka, de la Universidad de Oklahoma, ha suministrado ya detalles sin precedentes acerca de los tornados. Para medir a distancia la velocidad del viento, los radares Doppler meteorológicos emiten destellos de radiación en microondas y reciben después la reflexión de los mismos en un grupo de gotas de lluvia o partículas de hielo, Si las gotas avanzan hacia el radar, el destello reflejado tiene una longitud de onda más corta, que denuncia esta componente de la velocidad de las gotas. (La policía de tráfico usa instrumentos similares para detectar los vehículos que contravienen las indicaciones de limitación de velocidad.)Las primeras mediciones Doppler de 1971 confirmaron que los vientos del interior de un "gancho" están en rotación, a velocidades de unos 80 kilómetros por hora. Esta circulación, observable primero a una altura de unos cinco kilómetros, va seguida de rotación a niveles mucho más bajos que preceden al desarrollo de un tornado vigoroso. En 1973, una pequeña anomalía en el mapa de velocidades Doppler de una tormenta tornádica en Union City, Oklahoma, resultó coincidir en el tiempo y en el espacio con un violento tornado.El radar no podía "ver" o resolver directamente el tornado, pero mostró fuertes vientos que cambiaban bruscamente de dirección al atravesar el vórtice y su precursor en el interior de las nubes. Este sello del vórtice suele aparecer a unos 2700 metros, entre diez y veinte minutos antes de que llegue al suelo. Puede extenderse no sólo hacia abajo, sino también hacia arriba, alcanzando en ocasiones hasta 11 kilómetros de altura para grandes tornados.Aunque el sello del tornado puede servir para alertar al público que busque refugio en un sótano o en un cuarto interior, sólo puede observarse cuando el meteoro está bastante cerca, a menos de 95 kilómetros. A distancias mayores, de hasta 250 kilómetros, los avisos de su inminencia pueden fundarse en la detección radárica del mesociclón progenitor. Los organismos federales están instalando una red de radares Doppler en toda la superficie de la Unión para mejorar el servicio de protección civil.En 1991, Howard B. Bluestein, de la Universidad de Oklahoma, se sirvió de un radar Doppler portátil para medir, en la proximidad de un tornado violento en Red Rock, velocidades del viento de hasta 450 kilómetros por hora. Aunque altas, estas velocidades distan mucho de los 800 kilómetros por hora postulados hace 40 años para explicar hechos tan sorprendentes como el hallar palitos de paja clavados en la corteza de los árboles. (A tenor de la interpretación más plausible de este fenómeno, el viento fuerza la separación de las granulaciones de la madera, que después se cierran bruscamente, dejando aprisionada la paja.)Basta un solo radar Doppler para avisos locales. Pero la investigación logra un cuadro más coherente si existe un segundo equipo Doppler que esté situado a una distancia de entre 40 y 55 kilómetros y vea la tormenta desde un ángulo distinto. Tal sistema Doppler doble, usado por el Nssl y otros desde 1974, mide la velocidad de la lluvia en dos direcciones diferentes. Puesto que la masa de aire se conserva, y conocida la velocidad con que está cayendo la lluvia respecto al aire en movimiento, los meteorólogos reconstruyen el campo de viento en tres dimensiones y pueden calcular la verticidad (o rotación local del aire) y otros parámetros. Con tales datos se ha llegado al descubrimiento de que el tornado se encuentra a un lado de su corriente ascensional progenitora, cerca de una corriente descendente, y se ha comprobado que el aire que penetra en un mesociclón gira alrededor de la dirección de movimiento de éste.Rotación En 1978 se produjo un hallazgo de primera magnitud para desentrañar las complicadas rotaciones que se dan en las tormentas tornádicas. Robert Wilhelmson, de la Universidad de Illinois, y Joseph B. Klemp, del Centro Nacional de Investigación Atmosférica (Ncar), reprodujeron, en simulaciones por ordenador, supercélulas enteras de sorprendente realismo, con rasgos tales como las configuraciones de precipitación en gancho. Avanzando por pequeños intervalos de tiempo, ellos resolvieron numéricamente las ecuaciones que rigen la temperatura, la velocidad del viento y la conservación de la masa para el aire y el agua en sus diversas formas -vapor, gotículas de nube y gotas de lluvia- en una malla da puntos en tres dimensiones que remedaba el espacio,En ese mundo simulado, al menos, los científicos mandaban. Incluso sin variación lateral alguna en el medio circundante inicial, lograron crear supercélulas, con lo que arruinaban la explicación popular que atribuye el origen del tornado al choque de masas de aire. Al "desconectar" la rotación terrestre, pusieron de manifiesto que ésta apenas influía durante las primeras horas de la vida de una tormenta. En cambio, la dirección del viento que a bajos niveles giraba en sentido horario con la altura resultaba crucial para el desarrollo de la rotación.En el entorno de una supercélula típica, el viento en la proximidad del suelo sopla del sureste, a 0,8 kilómetros de altura el viento procede del sur y, del suroeste, el viento a kilómetro y medio de altura. El viento cuya velocidad o dirección cambia con la altura produce rotación. Imaginemos de qué modo una varilla vertical empezaría a girar por acción del viento: si el procedente del sur sopla débilmente en la vecindad del suelo y con mayor velocidad más arriba, obligará a la varilla a girar alrededor de un eje dirigido de este a oeste.Pero, ¨qué ocurre si el viento, en vez de variar su velocidad, cambia su dirección de sureste a suroeste? Supongamos que la varilla avanza hacia el norte, siguiendo la dirección del viento a nivel intermedio, a unos 800 metros. Entonces, su extremo superior es empujado hacia el este y su extremo inferior hacia el oeste, de modo que gira alrededor de un eje norte-sur. Por tanto, el aire está dotado de verticidad según la corriente: gira en torno a su dirección de movimiento.Las partículas de aire dotadas de verticidad en el sentido de la corriente experimentan una inclinación hacia arriba de sus ejes de rotación cuando penetran en una corriente ascendente. Por tanto, la corriente ascendente, considerada en su conjunto, gira ciclónicamente. Propuesta en primer lugar por Browning en 1963 y demostrada analíticamente en los años ochenta por Douglas K. Lilly, de la Universidad de Oklahoma, y el autor, esta teoría explica la rotación de la corriente ascendente a niveles intermedios. Pero no explica cómo se desarrolla la rotación cerca del suelo. Como las simulaciones de Klemp y Richard Rotunno, del Ncar, mostraron en 1985, la rotación a bajo nivel depende de la corriente descendente de la supercélula, enfriada por la evaporación: no se produce cuando se "desconecta" la evaporación de la lluvia.Hubo más. Las simulaciones revelaron que la rotación a bajo nivel se origina al norte del mesociclón, en aire moderadamente enfriado por la lluvia y subsidente (esto es, que desciende lentamente en bloque). A medida que la rotación a nivel intermedio obliga a la corriente descendente a girar ciclónicamente en torno a la corriente ascendente, parte del aire fresco de la corriente descendente se dirige hacia el sur, con aire cálido a su izquierda y aire mucho más frío a su derecha. El aire cálido, que posee fuerza ascensional, tira hacia arriba del lado izquierdo de las partículas, mientras que el aire frío las empuja por su lado izquierdo hacia abajo. En consecuencia, el aire fresco empieza a girar alrededor de su dirección de movimiento horizontal. Pero al descender, su eje de rotación se va inclinando hacia abajo, dando lugar a un giro anticiclónico.Harold A. Brooks, también del Nssl, y el autor mostraron en 1993 que, mediante un mecanismo bastante complicado, la rotación en el seno del aire subsidente invierte su dirección antes de que el aire llegue a completar su descenso. Con el tiempo, este aire que gira ciclónicamente aparece a muy bajos niveles. Este aire moderadamente fresco fluye a lo largo de la superficie y es absorbido e incorporado en el costado suroeste de la corriente ascendente. Por ser convergente el flujo hacia la corriente ascendente, el aire gira más deprisa, de igual manera que una patinadora sobre hielo aumenta su velocidad de rotación pegando los brazos al cuerpo.Pese a que ya sabemos cómo se desarrolla la rotación en gran escala a los niveles intermedios y bajos de un mesociclón, todavía nos falta identificar la razón por la que se forman los tornados. Según la explicación más elemental, son resultado del rozamiento con el suelo, una observación paradójica ya que el rozamiento suele frenar la velocidad del viento.Pero el efecto neto del rozamiento es muy parecido al de una taza de té removido con la cucharilla.El arrastre reduce las velocidades y, por tanto, las fuerzas centrífugas en una delgada capa cerca de la parte inferior. Provoca que el líquido se mueva hacia dentro sobre el fondo de la taza, como lo demuestra el hecho de que las hojas de té se agrupen hacia el centro. Pero el fluido en la proximidad de la parte superior de esta corriente entrante gira más rápidamente conforme se va acercando al eje en virtud del efecto de la patinadora sobre hielo. El resultado es un vórtice a lo largo del eje de la taza. W. Stephen Lewellen. de la Universidad de Virginia Occidental, llega a la conclusión de que, en un tornado, los vientos más fuertes se alojan en los 100 metros inferiores.El rozamiento explica también la persistencia de los tornados. Estos contienen un vacío parcial en su parte central; las fuerzas centrífugas impiden que el aire avance hacia dentro a través de las paredes del tornado. En 1969, Bruce R. Morton, de la Universidad Monash de Australia, explicó cómo sobrevive el vacío. Las intensas fuerzas de empuje de Arquímedes impiden que el aire penetre en la parte central del tornado a través de su cima. En la cercanía del suelo, el rozamiento reduce la velocidad tangencial y con ello las fuerzas centrífugas, permitiendo una entrada vigorosa, aunque de poco espesor, en la parte central. Pero el rozamiento también actúa limitando los vientos que penetran e impidiendo así que entre suficiente aire para llenar la parte central. Los tornados se intensifican y estabilizan después de haber realizado el contacto permanente con el suelo, porque sus corrientes hacia dentro quedan restringidas a una delgada capa fronteriza.Contacto con el suelo La teoría del rozamiento no explica, sin embargo, por qué el sello de un vórtice en las nubes anuncia a veces la entrada del tornado en contacto con el suelo con 10 o 20 minutos de antelación.Muchas de las características clásicas de los tornados se pusieron de manifiesto inesperadamente ante nosotros aquel día de mayo en Kansas. Para cuando llegamos a la tormenta sur, en la pequeña ciudad de Hanston, estaba oscureciendo y empezaban a suspenderse las operaciones. Pero entonces el coordinador de campo dio aviso a los grupos de que en nuestra vecindad se encontraba una nube forro en rápida rotación. Al tiempo que comenzaron a sonar las sirenas de alarma, observamos un delgado tornado en serpentina alcanzar el suelo a cinco kilómetros al sureste de nuestra posición.Salimos disparados hacia el norte para colocarnos delante del tornado, sin darnos cuenta, en nuestra excitación, de la existencia de una profunda vaguada de drenaje que atravesaba la calle. Dañó la dirección del vehículo e inclinó la estación meteorológica, pero continuamos adelante. Torcimos, entrando en un camino de carro, para dirigimos hacia el este, al lado norte del tornado, que se había convertido ahora en una ancha manga de polvo cuya parte superior se ensanchaba en un embudo que descendía de la base de la nube. Cuando llegamos delante de nuestra "presa", se transformó en varios vórtices más pequeños, todos girando Curiosamente alrededor del eje central del tornado. (En 1967, Fujita observó que algunos tornados dejaban atrás maizales desmochados en varios surcos yuxtapuestos. Neil B. Ward, del Nssl, atribuyó después esos rastros sintomáticos a tornados subsidiarios. Como un punto de la llanta de la rueda de una bicicleta que gira alrededor del eje mientras éste se mueve hacia delante. los frenéticos subvórtices describen trayectorias cicloidales.)Escasos de gasolina, corríamos delante del tornado, preocupados porque no sabíamos si el camino acababa ni dónde. El tornado estaba a quizá kilómetro y medio de distancia y no se movía perceptiblemente a través de nuestro campo de visión, lo que indicaba que avanzaba directamente hacia nuestro encuentro a una velocidad de 50 kilómetros por hora. El coordinador de campo acudió a auxiliarnos informándonos de una carretera al norte, hacia Burdett, que tomamos con alivio. Paramos después de kilómetro y medio y vimos el tornado, que había estado tocando el suelo por lo menos a lo largo de 20 kilómetros y tenía ahora la apariencia clásica de un tubo de estufa, pasar al sur de nuestra posición y desaparecer en la oscuridad al este de donde nos hallábamos.Regresamos como pudimos a casa, con nuestro vehículo averiado, nuestros datos inciertos y el pulso acelerado, confortados por las noticias de que se habían obtenido magníficos datos de radar desde el aire y con el nuevo radar de tierra portátil. Considerándolo retrospectivamente, deberíamos habernos mantenido junto al tornado a su misma marcha, en vez de adelantarlo, y convertimo de perseguidores en perseguidos.2. Simulación mediante ordenador de una supercélula, que da vida a un tornado, débil y ancho. Se basa en la solución de las ecuaciones hidrodinámicas para el agua y el aire en una malla tridimensional de puntos que representa el espacio. Al comenzar la tormenta (a; 43 minutos después del comienzo de la simulación) Y evolucionar (b-, 101 minutos) la malla (invisible) se amplía mediante retículas de puntos de finura creciente, de hasta 0,1 kilómetros de separación, en regiones de intensa rotación. El centro giratorio de la tormenta queda evidenciado en una vista desde abajo (c; 103 minutos). Por mor de claridad, prescindimos de la lluvia procedente de las nubes negras; además, se ha convertido en transparente un denso forro nuboso que llega hasta el suelo. Un vórtice blanco se inicia a gran altura en las nubes (d; 104 minutos) y rápidamente alcanza el suelo (e; 107 minutos). Potencia destructora Los destrozos que los tornados producen en los edificios, sirva de muestra la casa texana de la fotografía, y las distancias a que pueden transportar objetos pesados revelan las extremas velocidades del viento que se alcanzan en la proximidad del suelo. En los años setenta, el Instituto de Investigación de Desastres de Lubbock, Texas, llegó a la conclusión de que los peores daños documentados requerían velocidades del viento de hasta 450 kilómetros por hora. Los ingenieros también observaron que las paredes de los edificios situadas a barlovento, generalmente hacia el suroeste, casi siempre caían hacia dentro; de ello se infería que, en la mayoría de los casos, las estructuras son destrozadas por la fuerza bruta del viento y no por un brusco descenso de la presión atmosférica. Por consiguiente, se dejó de aconsejar a los residentes en el "Callejón de los Tornados', en el medio oeste de los Ee.Uu., que abrieran las ventanas para reducir la presión en el interior. Por culpa de esa medida errónea, en efecto, muchas personas habían recibido cortes por vidrios lanzados desde las ventanas cuando corrían a abrirlas. También se dejó de aconsejar a los residentes que se escondieran en la esquina suroeste de la casa: aquí es donde corrían mayor peligro de que las paredes se derrumbaran sobre ellos. Ahora se aconseja buscar refugio en un cuarto central cerrado, porque allí tienen (a protección adicional de )as paredes interiores. Robert Davies-Jones estudia la dinámica y génesis de los tornados en el Laboratorio Nacional de Tormentas Violentas (Nssl) de Norman. Enseña meteorología en la Universidad de Oklahoma. Tras licenciarse en física por la Universidad inglesa de Birmingham, se concentró en los fenómenos de convección solar en la Universidad de Colorado, donde obtuvo en 1960 el doctorado, en astrogeofísica. Un año más tarde ingresó en el Nssl, aplicando esta vez sus conocimientos de dinámica de fluidos al tiempo atmosférico. Codirige el Journal of the Atmospheric Sciences.3. La Firma o Sello de un tornado puede detectarse por radar Doppler hasta veinte minutos antes de que pise el suelo. Si los vientos del interior de las nubes cambian bruscamente a lo largo de un trecho muy corto, habrá posiblemente un vórtice potencial o real, como en el caso del tornado (arriba) de Hanston, Kansas, observado por el autor el 16 de mayo. Un mesociclón, donde suelen hallarse inmersos los tornados, aparece en el radar corriente como un apéndice en forma de gancho hacia el lado suroeste de la tormenta. El rizo del gancho del radar (abajo) de la tormenta de Hanston revela también la presencia del tornado.Un largo viaje Esta fotografía recorrió 160 kilómetros transportada por un tornado de Ardmore, Oklahoma, en 1995. Pedazos de tejados y cubiertas y otros objetos pesados recorren muchas decenas de kilómetros; en 1985, un a voló 16 kilómetros. La mayoría de restos caen a la izquierda de la trayectoria del tornado, frecuentemente en bandas bien definidas según el peso.Los investigadores de la Universidad de Oklahoma recopilan las informaciones que les llegan sobre objetos dejados caer por los tornados para conocer las corrientes de aire en el interior de las tormentas. Los tornados parecen elevar algunos objetos a varios kilómetros de altura dentro de la tormenta principal. Los restos ligeros pueden retornar al suelo a 250 kilómetros de distancia. A modo de botón de muestra, hubo cheques cancelados en Wichita Falls, Texas, que aparecieron en Tulsa, Oklahoma; ocurrió en abril de 1979. Y, según cierto informe de 1953 recogido por los investigadores: "Emily Mcnutt, de South Weymouth, Massachusetts, halló un traje de novia en el patio trasero de su casa. Estaba sucio, como era de esperar, pero intacto y en estado sorprendentemente bueno. Una etiqueta cosida al traje rezaba 'Mcdonald. Worcester', lo que indicaba que el traje había sido transportado unos 80 kilómetros hasta el lugar de su aterrizaje final" (reproducido de tornado!. por John M. O'Toole).Los relatos sobre objetos transportados por tornados se pueden enviar por correo electrónico al Tornado Debris Project en debris@metgem.uoknor.edu Tornado de mesa Los experimentos de laboratorio han ayudado a explicar por qué los tornados pueden adquirir distintas configuraciones. En el aparato construido en los años sesenta por Neil B. Ward, del Laboratorio Nacional de Tormentas Violentas de Norman, Oklahoma, y refinado por John T. Snow y otros. de la Universidad Purdue, la presencia de una rejilla giratoria obliga al aire a entrar en rotación conforme va penetrando en un compartimiento más bajo. Fluye entonces hacia la cámara principal a través de un ancho orificio central. absorbido por los ventiladores extractores de la parte superior. El aparato ha reproducido muchas de las características de los tornados reales, tales como la distribución de presiones atmosféricas en la vecindad de la superficie inferior.Reinterpretando los resultados de Ward, el autor halló en 1973 que la magnitud crucial para la formación de tornados es la relación de torbellino S, usada en primer lugar por W. Stephen Lewellen, de la Universidad de Virginia Occidental.S es la relación entre la velocidad tangencial de la corriente ascendente en el borde del orificio (controlado por la rotación de la rejilla) y la velocidad ascensional media a través del orificio (determinada por el ventilador). Para S inferior a 0,1, no hay vórtice. A medida que S aumenta, aparece un vórtice que tiene un intenso chorro hacia arriba a bajos niveles (derecha). Para S mayor que 0,45, el vórtice se torna totalmente turbulento con una corriente descendente central rodeada por una fuerte ascendencia. Y a la relación de torbellino crítica de 0,1 se forman un par de vórtices en lados opuestos del vórtice progenitor. Para relaciones de torbellino todavía más altas, se han observado hasta seis vórtices subsidiarios