Texto arreglado
El jueves 16 de mayo, los mapas meteorológicos indicaban
riesgo de tornados vespertinos en Kansas. Hacia las cinco
de la tarde había estallado una amenazadora tormenta, alimentada
por vientos cálidos y húmedos del sur que se elevaban y
entraban en rotación al formar una corriente ascendente. La
tormenta era una "supercélula" muy organizada,
condición ideal para el nacimiento de los tornados. Cuando
William Gagan, doctorando de la Universidad de Oklahoma,
y el autor se acercaron desde el sureste con un vehículo pertrechado
con el equipo instrumental adecuado, el "Probe 1". vislumbraron la
cima de una tormenta monstruosa, a 16 kilómetros de altura y 95 de
distancia. La tormenta avanzaba en dirección este-nordeste a casi
50 kilómetros por hora, movimiento típico en las Grandes
Llanuras.Tomamos la autopista federal. Al aproximarnos hasta 15
kilómetros, vimos por primera vez la base, larga y oscura, de la
nube. Unos kilómetros más allá, observamos la manga
de un tornado, en forma de trompa de elefante, que pendía de la
parte posterior de la torre nubosa principal, cerca de Garden City.
En nuestro afán por acercarnos más, maniobramos por carreteras
secundarias.Lo perdimos de vista. Pero volvimos a localizarlo a unos cinco
kilómetros al noroeste de nuestra posición. Era delgado y
colgaba horizontalmente detrás de la nube madre, hasta que de
repente se dobló para formar un ángulo recto con el suelo.
Sin la menor duda, lo estaba separando de la nube el aire frío que
descendía del interior de la tormenta y se acercaba al final de su
vida.
Lluís de Yzaguirre i Maura
Institut de Lingüística Aplicada -
Universitat "Pompeu Fabra"
e-mail: de_yza@upf.es