¡Válame Dios, y cuántas provincias dijo, cuántas naciones nombró, dándole a cada una con maravillosa presteza los atributos que le pertenecían, todo absorto y empapado en lo que había leído en sus libros mentirosos! Estaba Sancho Panza colgado de sus palabras sin hablar ninguna, y de cuando en cuando volvía la cabeza a ver si veía los caballeros y gigantes que su amo nombraba, y como no descubría a ninguno le dijo: Señor, encomiendo al diablo, si hombre, ni gigante, ni caballero de cuantos vuestra merced dice parece por todo esto, a lo menos yo no los veo; quizá todo esto debe ser encantamiento como las fantasmas de anoche.


[seguir] [índex]