Había ya vuelto en este tiempo de su parasismo Don Quijote, y con el mismo tono de voz que el día antes había llamado a su escudero cuando estaba tendido en el val de las estacas, le comenzó a llamar diciendo: ¿Sancho amigo, duermes? ¿Duermes, amigo Sancho? Qué tengo de dormir, pesia a mí, respondió Sancho lleno de pesadumbre y de despecho, que no parece sino que todos los diablos han andado conmigo esta noche. Puédeslo creer así sin duda, respondió Don Quijote, porque o yo sé poco, o este castillo es encantado, porque has de saber... mas esto que ahora quiero decirte, hasme de jurar que lo tendras secreto hasta después de mi muerte. Sí juro, respondió Sancho.


[seguir] [índex]