Esta voz sobresaltó a todos, y cada cual dejó la pendencia en el grado que le tomó la voz. Retiróse el ventero a su aposento, el arriero a sus enjalmas, la moza a su rancho; sólo los desventurados Don Quijote y Sancho no se pudieron mover de donde estaban. Soltó en esto el cuadrillero la barba de Don Quijote, y salió a buscar luz para buscar y prender los delincuentes; mas no la halló, porque el ventero de industria había muerto la lámpara cuando se retiró a su estancia, y fuele preciso acudir a la chimenea, donde con mucho trabajo y tiempo encendió el cuadrillero otro candil.


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