Y todos juntos su mortal quebranto traslaen en mi pecho, y en voz baja (si y a un desesperado son debidas) canten obsequias tristes, doloridas, al cuerpo a quien se niegue aun la mortaja.

Y el portero infernal de los tres rostros, con otras mil quimeras y mil mostruos lleven en doloroso contrapunto, que otra pompa mejor no me parece que la merece un amador difunto.


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