Si por dicha conoces que merezco que el cielo claro de tus bellos ojos en mi muerte se turbe, no lo hagas, que no quiero que en nada satisfagas al darte de mi alma los despojos.

Antes con risa en la ocasión funesta descubre que el fin mío fue tu fiesta. Mas gran simpleza es avisarte desto, pues sé que está tu gloria conocida en que mi vida llegue al fin tan presto.


[seguir] [índex]